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¿Quiénes somos?
Lo que hace único a nuestro proyecto es que es una obra de tres generaciones de mujeres: cada una aportando su talento, experiencia y pasión.
Mi madre, formada en Bellas Artes, convierte esculturas en muñecas hiperrealistas. Cada pieza es el resultado de una minuciosa labor artística que eleva cada creación a la categoría de pieza única.
Mi abuela, con más de 50 años de experiencia en la costura, confecciona cada prenda y complemento. Su trabajo no solo viste a nuestros bebés reborn, sino que aporta identidad y exclusividad.
Y yo, como directora creativa, fusiono diseño UX/UI, programación, edición de vídeos, branding, comunicación visual y fotografía, asegurando que la esencia de la marca brille con coherencia y cuidando cada detalle estético.
A través de nuestras redes sociales, abrimos las puertas de nuestro estudio, mostrando el proceso de creación y transmitiendo la dedicación que hay detrás de cada proyecto.

Nuestra filosofía


"Mi mayor deseo es que los niños no tengan miedo de ser auténticos. Quiero que jueguen, sueñen y conecten con su creatividad sin importar la edad. Que el amor por las muñecas y la imaginación no tenga límites, y que siempre puedan sentir que está bien expresar sus ideas y emociones.
Para mí, un bebé reborn no es solo un juguete, es una obra de arte que acerca a personas de todo el mundo a la belleza y a la paciencia de lo hecho a mano."
Ada Del Blanco
Co-owner & diseñadora
Nuestra historia
Nuestra historia comenzó con la inocencia de la infancia. Cuando yo tenía 9 años, todos los niños de mi entorno querían ser youtubers. Motivada por la curiosidad, le pregunté a mi madre si podía abrir un canal para subir vídeos. Tras investigar cuidadosamente las ventajas y desventajas de exponerme en internet, mi madre decidió permitírmelo siempre bajo su supervisión. Así nació mi primer espacio creativo.
Yo sentía una conexión muy especial con las cámaras, pero esa pasión empezó mucho antes. Desde los 5 años grababa todo lo que vivía: creaba pequeñas películas y episodios con mis muñecas, imaginando historias completas y dirigiéndome a un público invisible, sin siquiera saber de la existencia de las redes sociales. Salía a jugar al parque con mis amigos y llevaba conmigo mi Nintendo para grabar momentos, hacerles entrevistas y conservar recuerdos que luego me gustaba revisar. Lo hacía por puro amor a documentar la vida.
A pesar de mi inclinación por la grabación, mi vida no estaba marcada por las pantallas. Era una niña dedicada, una alumna aplicada que obtenía calificaciones sobresalientes, y siempre que terminaba mis deberes regresaba a mis juguetes.
Comencé en YouTube publicando tutoriales, manualidades y retos divertidos con mis vecinos.
Un día, recibí la primera petición de una seguidora de grabar con vídeos con un bebé reborn. En ese momento, yo no sabía lo que era, pero al descubrirlo nació una fascinación. Tras un par de años de ahorro, mi madre me regaló mi primer reborn.
La ilusión crecía, aunque los muñecos resultaban inalcanzables. Fue entonces cuando mi madre, guiada por su talento artístico, decidió aprender a crearlos. Primero fueron solo para mí, pero la demanda no tardó en llegar: personas de todo el mundo comenzaron a preguntar por ellos. Con el tiempo, se transformó en un pequeño negocio y, más tarde, en un proyecto de vida. Un oficio que viaja de madre a hija y que hoy, se ha consolidado como una empresa que envía muñecas a los cinco continentes, sin perder nunca la esencia de lo artesanal.
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